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Ciudades y estatuas: Varsovia

Muchas plazas, calles y jardines de las ciudades de la vieja Europa se ven adornados con estatuas y monumentos dedicados a  hombres y mujeres que fueron merecedores, por sus obras, a que se perpetuara su recuerdo.

Insignes protagonistas de su tiempo, muchos de ellos siguen manteniendo viva su presencia entre nosotros a través de su música, su literatura, sus lienzos, y también por sus logros científicos, militares o políticos.

Estos ilustres personajes, esculpidos en bronce o piedra, sedentes o erguidos sobre sus pedestales, muestran casi siempre una expresión nostálgica y pensativa, como si recordaran tiempos mejores o estuvieran meditando sobre la importancia de su obra.

Aunque ellos son interlocutores mudos, si somos curiosos y profundizamos en sus biografías, nos pueden enseñar muchas cosas sobre la Historia y la Cultura del país que visitamos. A veces, desgraciadamente, también nos van a recordar momentos amargos de la Humanidad.

Vamos a mostrar algunas de las estatuas y monumentos más representativos de Varsovia. Así conoceremos algo más sobre esta bella capital europea.

Estatuas de Varsovia

 Hemos de decir que los seres mitológicos tienen también derecho a entrar en el inventario de la estatuaria callejera. Por ello comenzaremos nuestro recorrido contemplando a “La Sirena de Varsovia”, la cual es el símbolo de la capital polaca.

La estatua, de pequeño tamaño, está situada en la popular Plaza del Mercado de la Ciudad Vieja, jalonada por bellos edificios.

Aunque el 85 por ciento de las edificaciones de Varsovia fueron destruidas durante la II Guerra Mundial, los polacos han conseguido restaurarlas fielmente, manteniendo su estilo arquitectónico original.

La capital de Polonia se asienta, desde 1596, en su emplazamiento actual a orillas del rio Vístula. Pero la leyenda nos cuenta que el remoto origen de Varsovia se debe a que la joven sirena Zawa fue capturada por un mercader que deseaba enriquecerse exhibiéndola.

Sus lamentos fueron escuchados por un pescador llamado Wars, que la rescató. Agradecida, la sirena prometió que protegería eternamente al pueblo de su benefactor, y con el nombre de los dos fundaron la ciudad de Warszawa.

El mariscal Józef Pilsudski, militar y estadista polaco considerado héroe nacional, nació en 1867 en Zulów, cerca de Vilna, en la antigua Polonia del Imperio Ruso (lo que hoy es Lituania). Luchó siempre a favor de la independencia de Polonia, que entonces se encontraba repartida entre la Rusia zarista, el Imperio Austro-Húngaro y Prusia.

Pilsudski es, sin duda, uno de los personajes más importantes del siglo XX en Polonia, y al que su país debe mucho por sus esfuerzos para recobrar e independizar los territorios polacos perdidos.

Tras la Primera Guerra Mundial fue nombrado Jefe de Estado y comandante en jefe del ejército polaco, cargos que ostentó hasta 1922. En 1926 volvió a ejercer sus funciones en el gobierno de Polonia, hasta su muerte en 1935.

 

 

 

Frente a la iglesia de los Carmelitas de Varsovia está la estatua del que fue Cardenal Primado de Polonia, Stefan Wyszynski, el cual nació en 1901, entrando  en el seminario de Wloclawek en 1920. Ya ordenado sacerdote, fue profesor de ese mismo seminario y también se dedicó a la actividad pastoral con los obreros, fomentando la creación de sindicatos cristianos en su diócesis. Durante la sublevación de Varsovia contra los nazis en 1944, Wyszynski fue capellán del ejército clandestino polaco, ocupándose asimismo del hospital de los sublevados.

En 1948 fue designado para ocupar la sede arzobispal de Varsovia y en 1953 fue nombrado cardenal, pero las autoridades comunistas polacas –con las que pasó años en conflicto permanente- no le permitieron ir a Roma para tomar  el nombramiento de las manos del Papa.

Wyszynski publicó ese mismo año una pastoral, protestando contra la intervención estatal en los nombramientos eclesiásticos y en otros asuntos relacionados con la Iglesia. Como consecuencia fue detenido por las autoridades y encarcelado hasta 1956. Aunque le ofrecieron la libertad a cambio de que renunciara a su cargo, el cardenal no aceptó, manteniéndose firme en su postura. Gracias al pacto al que llegó con los comunistas después de su prisión, la Iglesia polaca pudo gozar de libertad en los años posteriores.

Después de décadas de tarea pastoral, en 1978 participó en el cónclave que eligió al Papa Juan Pablo II. En 1979 le invitó a viajar a Polonia, en la que fue la primera visita del Santo Padre a un país comunista, que además era su patria natal.

Mediante su intervención personal, Wyszynski consiguió que las autoridades comunistas permitieran la organización de la rama agraria del Sindicato “Solidaridad”.

El cardenal Wyszynski murió en Mayo de 1981.

En el parque Lazienki (76 hectáreas de vegetación, lagos y palacetes en el corazón de Varsovia) se levanta el monumento a Federico Chopin. Todos los domingos a mediodía, durante los meses de verano, famosos pianistas interpretan las obras del genial compositor, al pie de este monumento.

Chopin ocupa un lugar especial dentro de la Historia de la Música. Está reconocido como uno de los más grandes pianistas y compositores de todos los tiempos, con una personalidad singular y sobresaliente. Escribió más de doscientas composiciones.

Federico Chopin nació en 1810 en Zelazowa Wola, aldea distante 60 kilómetros de Varsovia. Federico y sus tres hermanas crecieron en un entorno familiar en el que el gusto por la música era considerable. Después de tomar lecciones de su hermana y posteriormente de un profesor, a la edad de siete años compuso su primera obra: la Polonesa en sol menor para piano. Con ocho años tocaba y componía con maestría y soltura sin igual, dando a esa edad su primer concierto público.

Durante su adolescencia, Chopin siguió componiendo y tomando lecciones de piano y órgano con renombrados maestros. El director de la Escuela Superior de Música de Varsovia escribió en las calificaciones finales de sus estudios: “Talento sorprendente y genio musical”

A instancias de diversos maestros, conocedores de su talento, dio sus dos primeros conciertos fuera de su país en Viena, en Agosto de 1829, cosechando un apoteósico éxito.

Su patria siempre fue muy importante para él. Chopin compuso su celebérrima Marcha Fúnebre como homenaje a los muchos compatriotas muertos durante la insurrección polaca contra los rusos de Noviembre de 1830. Los acontecimientos políticos le decidieron a expatriarse ese mismo año, y aunque durante toda su vida fue devoto y leal a Polonia, nunca más volvió a su país. Viviendo ya en el extranjero jamás quiso renovar su pasaporte, por tener que hacer este trámite en las embajadas rusas. Con ello perdió la posibilidad de regresar legalmente a su tierra.

A partir de 1831, Federico Chopin vivió en París, por aquel entonces centro mundial de la cultura, consagrándose allí como compositor y pianista.

Fascinado y estimulado por la intensa vida cultural de la capital francesa, Chopin compone sin descanso Valses, Polonesas, Mazurcas, Preludios, Variaciones y Nocturnos. Aunque cuenta con el mecenazgo de la familia Rothschild, también se ayuda económicamente dando clases de piano.

En una de las veladas intelectuales, a las que asistía frecuentemente, su amigo Franz Liszt le presentó a Aurore Dudevant, conocida escritora francesa que escribía bajo el seudónimo de George Sand. A partir de ese momento iniciaron una relación sentimental que duraría diez años, y que acabó rompiéndose en 1847 por las continuas disputas mantenidas entre los dos. Aurore era una mujer muy peculiar para aquella época: vestía trajes masculinos, fumaba puros y cigarrillos y demostraba un total desprecio hacia las normas sociales. Cuando se conocieron Chopin tenía 26 años y la escritora 32.

El mal estado de salud que padecía Chopin hizo que la pareja, con los hijos de ella, se trasladaran a Mallorca en 1838 en busca de un clima benigno para pasar el invierno, que por cierto, resultó ser extremadamente lluvioso y húmedo. En Mallorca, en la Cartuja de Valldemosa, compuso Chopin, entre otras obras, la mayor parte de sus 24 Preludios. También allí le fue confirmado que su enfermedad era la tuberculosis. Aurore le atendió con total solicitud en su dolencia, al tiempo que escribía el libro “Un invierno en Mallorca”, en el que contaba sus vivencias con el compositor durante la estancia en Valldemosa.

Los últimos años de su vida en París, Chopin los sigue dedicando a la enseñanza, a la composición y a dar recitales. Su último concierto en la capital de Francia fue en Febrero de 1848. Después de pasar una temporada en Londres y Escocia, regresó nuevamente a París, donde falleció, con sólo 39 años, el 17 de Octubre de 1849.

También en el Parque Lazienki se puede ver la estatua de Henryk Sienkiewicz, escritor polaco que fue galardonado en 1905 con el Premio Nobel de Literatura.

Nacido  en 1846, se inició como periodista en 1869. No sólo destacó por sus dotes literarias, sino también por ser un gran defensor de su, por entonces, oprimida patria polaca.

Especializado en temas sociales e históricos, Sienkiewicz fue muy popular  en su tiempo. Sus obras, traducidas a más de cuarenta idiomas, le convirtieron en uno de los autores más leídos del siglo XX.

Su novela más conocida es sin duda “Quo Vadis?”, ambientada en la Roma de Nerón, la cual inspiró en 1951 una de las mejores películas de “romanos” realizadas en Hollywood.

Entre sus obras más importantes destaca también su trilogía sobre la lucha polaca frente a las invasiones del siglo XVII, considerada como uno de los grandes relatos épicos de todos los tiempos. Los títulos de esta trilogía son: “A sangre y fuego”, “La inundación” y “El señor Wolodyjowski”. En estos tres libros, Sienkiewicz narra historias de amor y de guerra, a través de personajes soberbiamente construidos, y todo ello enmarcado en medio de magníficas recreaciones históricas.

El fecundo escritor polaco falleció en Suiza en 1916.

Monumento a los Héroes del Gueto.- Antes de la II Guerra Mundial, Varsovia era la segunda ciudad del mundo, después de Nueva York, con el mayor número de ciudadanos judíos (alrededor de 450.000) los cuales vivían mayoritariamente en el barrio de Muranów. Después de la invasión de Polonia en 1939, los mandos nazis ordenaron construir en Noviembre de 1940 un muro que aislaba esta barriada del resto de Varsovia, creando así el gueto en el que obligaron a vivir a todos los judíos de la capital, confinados allí en condiciones precarias. El gueto se convirtió en la tumba de más de 100.000 personas que murieron de hambre, frío y enfermedades. También muchos miles de judíos polacos fueron conducidos desde allí a los campos de exterminio.

El 19 de Abril de 1943 tuvo lugar la insurrección del gueto de Varsovia contra el ejército alemán. Fue un levantamiento heroico pero fracasado, que tuvo como consecuencia el incremento de los traslados masivos de judíos a los campos de exterminio de Treblinka y Oswiecim (Auschwitz). De todos los habitantes del gueto, que fue totalmente arrasado, sólo sobrevivieron trescientas personas.

(Escrito por Toñi López-Cruz)